«La okupación no se aguanta con 35 años», López Petit

Santiago López Petit sigue guiándonos a través de la historia de la okupación en Barcelona. Ahora, se adentra en los pros y contras del movimiento y, en conclusión, los verdaderos efectos prácticos de su lucha.

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Cristina Algarra

Colònia Castells: la isla abandonada

“Cuando defendemos la Colonia Castells, más allá de 4 piedras que la conforman, defendemos un modelo de barrio, una forma de vida”. Esto es lo que afirma el colectivo Salvem la Colònia en su Dossier Informativo.

La Colònia Castells: un barrio popular

Con el boom de la industria barcelonesa durante los años 20, la necesidad de mano de obra supuso un incremento masivo de la población. Este aumento exigió la edificación de nuevos barrios habilitados para el nivel adquisitivo de la nueva clase obrera: las llamadas “Casas Baratas”. En este contexto, en 1923, la fábrica de la familia Castells (barrio de Les Corts)  inició un proyecto de colonia industrial que acabó convirtiéndose en una ambiciosa operación urbanística de 117 casas. Cuando la familia Castells dejó de subvencionar las obras, los terrenos se vendieron directamente a los obreros y la Colonia se convirtió en un ejemplo de arquitectura popular autogestionada, y conformó uno de los barrios más cohesionados de la nueva Barcelona.

El abandono

Uno de los edificios derribados

Pero con la expansión de la ciudad y la burbuja inmobiliaria, núcleos como estos ya no eran factibles y el proyecto del Plan General Metropolitano de Ordenación Urbana (1976) pretendía acabar con ellos. La mitad del barrio de la Colonia se viene abajo para convertirse en zona verde; la otra mitad estará destinado a pisos de protección oficial. Las indemnizaciones son bajas y los realojos no contentan a los vecinos. A la espera, además, están prohibidas las reformas y los propietarios tienen complicaciones para el alquiler legal de sus pisos.

La okupación revive la Colonia

Fachadas decoradas por los okupas

Las casas vacías a la espera de expropiación o derribo, se han convertido en lugares propicios para la okupación. Este colectivo refundó a su llegada las fiestas populares tradicionales del barrio y llevó a cabo el “Plan R”, para la rehabilitación del barrio pintando las fachadas de las casas. A finales de 2007, muchos de ellos fundaron el colectivo  “Salvem la Colonia” para seguir con la lucha. Pese a esto, el desalojo que parece ya inminente acentúa las tensiones entre algunos de los vecinos más recelosos, que consideran que la ocupación no ayuda ni mejora la situación de la Colonia.