Al ritmo de los tambores

Intérpretes del taller de percusión

Ni la persona más desacompasada del planeta hubiera podido evitar marcarse algún baile al son de los ritmos creados por los integrantes del Niu de la Guatlla. Y es que el taller de percusión que organizó este centro social okupado para celebrar su primer año, hechizó a todos los presentes sin excepción.

Hacia las 11 horas de la mañana la gente ya se empezaba a amontonar alrededor del escenario, improvisado en medio de la calle y formado por unas cuantas sillas y alfombras. Todos esperaban a los protagonistas, quienes aparecieron con cuentagotas a medida que se colocaban, cada uno con un instrumento tan diferente como llegaron a serlo entre ellos.

Después de una breve presentación por el que era la voz cantante del grupo, empezó el espectáculo. La pieza que inauguró el taller era una que parecía ser conocida por la mayoría de los allí presentes, de ritmo rápido y en la que el tambor de mayor tamaño se hacía con el protagonismo. Pero se atrevieron todos y con todo. En ocasiones alguno de los intérpretes secuestraba a algún espectador y le ponía el instrumento entre las manos, convirtiéndolo en músico durante el intervalo que durara la composición. El tiempo y los ritmos se iban sucediendo, y después de dos horas pusieron fin al taller yéndose por bulería.

Equilibrista

Un acompañamiento de altura

Pero en la fórmula para conseguir una celebración perfecta no podían faltar los ejercicios de equilibrio. Algunos de los que empezaron tocando los instrumentos, demostraron después su carácter polifacético creando complicadas formas humanas que se iban dibujando a cada intento. Entremedio algún sobresalto que otro, alguien que se desestabiliza y está a punto de caer, un pequeño susto que quedó en nada. Todo lo contrario a la velada que vivimos, que fue mucho más que una anécdota.

 

Carlota Alegre

Para que te voy a dar el pescado, si puedo enseñarte a pescar

Como dijo el filósofo chino Lao-tse “si das pescado a un hombre hambriento, le alimentas un día, pero si le enseñas a capturar peces lo alimentarás toda la vida”. Este es el principio básico en el que se rige la Oficina de okupación de Barcelona.

Creada como una herramienta práctica de la asamblea de Okupas de Barcelona, hace aproximadamente unos tres años,  se encarga de asesorar legalmente a las personas que se deciden a okupar un espacio, ofreciéndoles las directrices necesarias sobre cómo llevarlo a cabo y intentando hacer la okupación accesible a todo tipo de gente. Pero no sólo enseñan cómo, sino que van más allá. Crean una estrategia de defensa legal en caso de un posible desalojo e instruyen sobre cómo encarrilar los procesos legales a partir de experiencias acumuladas. Por eso es importante un organismo que organice el apoyo y las acciones que se llevan a cabo, porque “si se les enseña al menos cuáles son sus derechos, se minimizan las detenciones y condenas”, aseguran desde la Oficina de Okupación. Con el paso del tiempo su importancia ha ido in crescendo, y ya ha recibido más de 800 consultas.

Aunque el asesoramiento legal es su principal cometido, no es el único. También se encargan de divulgar esta forma de vida para intentar superar los estigmas que tan pesadamente acarrea el movimiento okupa casi desde el mismo momento en que nació. Porque para mucha gente en Barcelona, más de la que pensamos en realidad, la okupación es una práctica política real, y una parte importante de sus vidas.

Carlota Alegre